Que no es otro que el Museo del Prado. Aqui tenéis una cúpula por cuyo centro se cuela la luz. Antes, imagino, iluminaría fósiles y rocas. Ahora, las pinturas de Velázquez y Murillo, entre otros. Y mientras tanto, la construcción no para de crecer y variar.
2 comentarios:
Es que la construcción es como la vida misma: nace, evoluciona y muere...unas veces a mejor y otras a peor ¿en que caso nos encontramos?
ahhhhhhhhhhhhhh
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